lunes, 20 de enero de 2014

¿A qué sabe el semen?

El semen alcanza una velocidad de hasta 50 km. hora en el momento de la eyaculación y puede llegar a dos metros de distancia si no encuentra barrera que lo impida. Es de color blanco lechoso, razón por la cual popularmente se le conoce como “leche”.

El olor depende de un hombre a otro, pudiendo ser muy suave o muy intenso dependiendo de factores diferentes, sobre todo de la alimentación, ingesta de medicamentos o alcohol, así como el consumo de marihuana o tabaco. Hay personas a las que les resulta desagradable y otras en las que despierta una gran excitación.

Pero, ¿a qué sabe el semen? Lo normal es que tenga un sabor dulce o afrutado y levemente ácido, aunque dependerá de los alimentos ingeridos. Algo a tener en cuenta mientras se prepara una cena romántica.
Sabor suave: verduras y ensaladas.
Sabor dulce: patatas, arroz, helados, bebidas azucaradas.
Sabor agrio: carnes rojas, espárragos, repo­llos.
Amargo: tabaco, ma­rihuana, alcohol.

Una combinación bastante desagradable (algo a tener en cuenta si preparas una cena romántica) sería una ensalada de espárragos (que además huele fatal) y un chuletón. Olvidarse también del ajo, la cebolla y las especias picantes.
Tragar el semen (de un hombre sano) no es perjudicial en absoluto, pero en contra de lo que se cree, no engorda, como también es falso que embellezca utilizado como mascarilla facial. Algunos lo consideran una prueba de amor, pero para otras personas es intolerable.
Lo importante es tragarlo sólo si te apetece y no hacerlo nunca si te produce repulsión. Muchos hombres se permiten hacerlo aún sabiendo que a sus parejas les causa rechazo. Nunca permitas que alguien te obligue a hacer algo que tú no deseas.
 ……. Mini Relato…….
     Apenas habían acabado de comer y él se precipitó sobre ella  besándola con fuerza, Laura se dio cuenta de que ya no era el hombre dulce y tierno que había estado a su lado las noches anteriores. Otra vez arremetió contra ella como si pensase que estaba a punto de perderla, la poseyó en el sofá de una manera bastante burda. Ella, confusa, le dejó hacer pensando que así calmaría su deseo y podrían hablar tranquilamente. Si este tipo de relación es la que le deparaba el futuro no estaba dispuesta a tolerarlo.

      Una vez Raúl estuvo más calmado la cogió de la mano y la llevó a la habitación, la tumbó sobre la cama y empezó a acariciarla mientras le decía cuanto la deseaba. Laura era consciente del torbellino de emociones que la embargaban, no podía comprender como él podía cambiar de esa manera. Pasaba de ser dulce y delicado a comportarse  nuevamente como un ser obsesivo y posesivo en extremo.

      Esta situación la alteraba enormemente y no podía permitir que esto continuara así. Sin duda esta sería la última vez que estaban juntos, decidió intentar disfrutar de ese último encuentro antes de acabar definitivamente, se dio la vuelta situándose encima de él y empezó a acariciar su pecho. Él cogió su cabeza y la hizo descender hasta situarla junto a sus genitales lo que la hizo entender qué deseaba. Ella pensó que sería su último regalo y que intentaría complacerlo, hasta que todo se precipitó y apenas fue consciente de lo que pasó. Cuando sintió como su boca era invadida por la fuerza del líquido caliente, la ira se apoderó de ella.

     –Basta, se acabó –gritó, escupiendo las palabras y el semen de su boca.
     –Lo siento Laura, no me acordé de que no te gustaba –se excusó él.
     –No Raúl. No es sólo esto. Es todo, me tratas como si mis necesidades no existieran. Utilizas mi cuerpo como si fuese un juguete para darte placer. Estoy cansada, no soporto ni un día más esta situación.
     –Pero yo te quiero. Te necesito –imploró él.
     –Lo siento Raúl, se acabó. Nunca más volveremos a estar juntos.

     Laura se dirigió al baño y abrió la ducha. Oyó el portazo de la calle, indicando que Raúl se había marchado contrariado, no importaba, lo más importante es que se sentía liberada de una relación con la que no estaba satisfecha. Se metió debajo del chorro tibio y dejó que el agua se deslizase por su cuerpo arrastrando toda la suciedad y el aturdimiento que sentía.