Aunque cada
vez es más aceptado, el sexo anal sigue sin tener demasiadas adeptas, contrariamente
a los hombres, que de tanto oírlo y verlo en películas porno, cada vez se
sienten más atraídos -ojito- hacerlo, no
que se lo hagan.
El
sexo anal no es perjudicial si se hace con “cariño” y de manera relajada, cosa
bastante difícil en un principio porque anatómicamente el ano no está diseñado para
permitir penetraciones. Teniendo además dos esfínteres necesarios de sortear, y
éstos están habituados a dejar salir, contrayéndose involuntariamente cuando
algo intenta entrar.
Antiguamente,
para preservar la virginidad o evitar embarazos se acostumbraba a utilizar esta
práctica, que no suele ser muy
placentera para la mujer ya que se encuentra lejos de la vagina y sobre todo
del clítoris, siendo difícil poder estimularlo y llegar o mantener la excitación
durante la penetración.
Los
hombres por el contrario disfrutan penetrando a la mujer analmente. Primero,
porque emocionalmente sienten una sensación de poder y dominio muy placentera; la
segunda razón es totalmente física, porque al encontrar la resistencia de los esfínteres, más estrechos que la vagina, la
fricción sobre el pene es mucho mayor y el placer se incrementa.
Anatómicamente
“los culitos” de hombres y mujeres son iguales, (aunque la mayoría de ellos se
niegan a ser tocados “ahí” porque les duele o da vergüenza. Hago esta
aclaración para poder argumentar que a las mujeres también nos puede doler o
avergonzar, y si es algo que no nos gusta no debemos aceptar sólo para
complacerlos, ya que sin una buena relajación y lubricación será imposible no
sentir molestias, y si no nos gusta y además nos duele, difícilmente alcanzaremos
el placer.
La
única diferencia -y gran fortuna para ellos- es que a través del recto masculino
se alcanza la próstata, una glándula especialmente sensible y comparable a lo que sería el “punto G femenino”. Su
estimulación, además de un inmenso
placer, asegura la eyaculación y el vaciado de líquido seminal y ello es bueno tanto
para su salud prostática como para aliviar los problemas urinarios.
Si el
hombre “da por ahí” disfruta, si el hombre “recibe por ahí” también disfruta.
El sexo anal por lo tanto es placentero para todos los hombres, pero casi nunca
para las mujeres, si no son estimuladas paralelamente en otras zonas más
sensibles (clítoris) y puede resultar muy doloroso si no se relaja y lubrica
con un buen lubricante anal (usar también para ellos)
Nunca
hagas algo que no te plazca sólo para complacer al otro, espero haber dado
suficientes argumentos para negarte o aceptarlo si es eso lo que deseas.
También puedes convencerlo de que es algo bueno y placentero leyendo el relato
siguiente. Después de compartirlo con él y tal
vez prefiera “recibir” en vez de “dar”
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