El
punto “P” prostático sólo se puede
estimular a través del recto a pesar de que hay quién apunta que se puede
encontrar fácilmente presionando el periné. Los masajes de próstata, además de
muy placenteros, ayudan a prevenir o disolver prostatitis. Os animo a buscarlo y
a disfrutarlo, eso sí, uñas cortitas para evitar problemas.
Vale
la pena descubrir e introducir este juego sexual para ampliar el repertorio y
evitar caer en la rutina. Alguna idea para entrar en situación y empezar a
experimentar.
Resumen adaptado de la novela “Estel,
amor y miseria”
–¡Dios!, pienso en lo que eres capaz de
hacerme sentir y me deshago por dentro –le dice antes de besarla cubriéndola
con todo su cuerpo. Despega sus labios de los de ella y la coge por la mano que
se acerca a la boca mientras la mira fijamente. Besa la parte interior de su
muñeca, bajando por la palma, recorriendo los dedos con su lengua. Pasea sus
labios por la punta redondeada de sus uñas perfectamente recortadas y limadas
mientras la mira sugestivamente, introduce el dedo corazón en su boca y lo succiona,
cuando lo retira le quita el anillo que ella lleva puesto dejándolo sobre la
mesita; la mira fijamente sin necesidad de palabras y ella le responde con una
mirada de entendimiento.
–¿Quieres que te haga derretir? –Le
pregunta ella mientras se libera de su peso y girándose, apoyada sobre el codo,
se sitúa encima de él.
–Si… quiero –contesta arrastrando las
palabras sin dejar de mirarla.
–¿Y puedo hacer lo que yo quiera?
–Pregunta Laura mientras acerca su cara a la de él, presionándole los brazos
por encima de la almohada con sus manos mientras frota su cuerpo sinuoso contra
el de él.
–Puedes –casi gime, porque hace rato que
su respiración se ha acelerado y es difícil controlar el tono de voz. Y siente
sus labios pegados a los de él como una ventosa, y su lengua que invade su
boca, y la suave resistencia de sus manos que intentan impedir que él libere
sus brazos para abrazarla, indicándole que no desea que se mueva.
Nota como ella se desprende de su boca y
baja hasta su pecho, y sigue deslizándose, lamiendo con su lengua serpenteante
todo lo que encuentra a su paso, sus pezones, su torso, su vientre, su ombligo;
y lo ve aunque tenga los ojos cerrados, porque la imagina mientras siente la
presión de su apéndice en cada uno de los rincones que ella acaricia.
Siente el roce de sus labios sobre su
pene, pequeños besos, como si no quisiese precipitar su excitación, mientras
sus manos acarician sus testículos y él empieza a respirar de manera alterada,
intentando no desbocarse y concentrarse en sus caricias; abandonarse a ellas,
sentir como el placer fluye libremente por todo su cuerpo.
Nota su lengua acariciar su periné,
acercarse al ano, lubricarlo con su saliva mientras lo lame con fuerza.
Succionar y aprisionar sus testículos en su boca cerrada para acariciarlos suavemente
con su lengua, soltar uno para coger el otro y después buscar otro prisionero:
su pene vibrante que palpita hasta que ella lo inmoviliza en la cavidad húmeda
y caliente, que siente subir y bajar, mientras su lengua acaricia con suavidad
el glande totalmente descapullado.
Advierte como los movimientos del dedo
que estimulaban su ano se detienen para lubricarlo con su saliva e introducirlo
dentro con delicadeza, lo siente entrar suavemente, deslizándose con precisión,
como si supiese perfectamente donde detenerse al localizar su objetivo. Y lo
encuentra, claro que lo encuentra, y ya no sabe qué parte de su cuerpo le
proporciona más placer; su boca y su lengua deslizándose sobre su pene, o su
dedo presionando delicada pero enérgicamente sobre su próstata. Intenta
concentrarse en cada una de sus caricias, procurando aislarlas para sentirlas
independientemente, perdiendo la noción del tiempo que quisiera detener,
prolongando el goce que lo embriaga, que inunda todas las fibras de su ser,
anulando su razón y activando todos sus órganos sensoriales.
Y cuando piensa que está llegando a la
cresta de la ola de placer que remonta, permitiéndole levitar unos instantes en
la cima, hasta que totalmente extasiado se deje deslizar nuevamente, sintiendo
el torbellino que le arrastra desde el centro de sus entrañas, nota cómo ella
retira su boca y sujeta firmemente la cabeza de su pene, siente también como el
dedo que había introducido dentro de él vuelve a salir para con esta mano hacer
presión en la base del mismo. Ya no siente la imperiosa necesidad de eyacular,
pero nota la energía fluir, inundando todo su ser, prolongando el estado de
éxtasis en que se encuentra sumergido.
Y en unos momentos vuelve a sentir su
boca rodeándolo, su lengua acariciándolo, su dedo penetrándolo; sus caricias
acompasadas que ahora consiguen un mayor nivel de excitación aunque esto le
parecía imposible, elevándolo a cuotas de placer que creía inalcanzables. Y es
consciente de que ya no hay vuelta atrás, de que se encuentra en un estado de
paroxismo total que le impide pensar en nada que no sea abandonarse al placer,
y se deja ir; sintiendo el líquido que se desborda, sintiéndose todo él
líquido, expandiéndose y recorriendo todos los rincones de su ser que lo
inundan como una ola gigante, haciéndole perder la noción de la realidad por
unos instantes, como si la energía que estaba liberando se hubiese expandido
hasta alcanzar el infinito, vaciando y llenando a la vez su cuerpo y su mente. Ni siquiera es
consciente de cuando retira ella su boca, su lengua, su dedo; sólo siente paz,
la paz de su cuerpo totalmente relajado, la tranquilidad y la certeza de que en
ese momento no hay un lugar mejor donde poder estar, ni nadie con quien nunca
haya deseado compartirse ni entregarse de esa manera tan completa.
–Te quiero Laura –le dice al abrir los
ojos a la cara sonriente que encuentra frente a él mientras la abraza–. Dios,
no sabía que se pudiese llegar a amar de esta manera.
–Yo también te quiero Alex –le contesta
ella mientras busca sus labios para besarlos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario